Laboriosidad VS inferioridad
4ª etapa (5 - 13 años)
En este momento el niño dedica la mayor parte del tiempo a aprender cómo incorporarse a su entorno de forma productiva. Es la etapa en la que el niño comienza su instrucción preescolar y escolar, y está ansioso por hacer cosas junto con otros niños, de compartir tareas, de hacer cosas o de planearlas. Es capaz, por tanto, de dominar destrezas, aprenden a comportarse en el mundo y ser productivos y útiles en la sociedad. Aprenden además reglas y procedimientos, y la manera de conseguir el éxito. Si ésto sucede, los niños se sentirán productivos y habrán conseguido la laboriosidad. De lo contrario, se sentirán inútiles e inferiores. El problema es cuando se siente inferioridad de forma continua.
El niño puede llegar a sentirse insatisfecho y descontento por la sensación de no ser capaz de hacer cosas, y aún haciéndolas perfectas, puede sentirse inferior psicológicamente, ya sea por su situación económica- social, por su condición 'racial' o debido a una deficiente estimulación escolar, pues es precisamente la institución escolar la que debe velar por el establecimiento del sentimiento de laboriosidad. En este período de escolarización aparecen los compañeros y los grupos de iguales que tienen un papel importante ya que los niños se identifican y comparan con ellos. En los años anteriores a esta etapa se observa una orientación centrípeta de la construcción de la personalidad, es decir, se construye a sí mismo independientemente de la sociedad. Sin embargo, ahora hablamos de orientación centrífuga, construimos la personalidad en función de nuestro entorno, de nuestro medio social. El exceso de laboriosidad significa estar excesivamente ocupado, estar en un contínuo aprendizaje, y el exceso crea inseguridad. Por este motivo hay que crear niños productivos pero no en exceso. Es de gran importancia conseguir el equilibrio entre laboriosidad e inferioridad. Ese equilibrio es lo que denominamos competencia.
Dentro de esta etapa conviene en cuenta los conceptos de autoestima y autoconcepto:
El autoconcepto es el concepto que cada persona tiene sobre sí mismo. Cuando terminan el período escolar, los niños tienen un concepto superficial de ellos mismos. En torno a los 6-8 años se empiezan a describir en términos internos, no físicos exclusivamente, como ocurría anteriormente, sino que describen sus propios deseos y pensamientos. Diferenciamos lo físico de lo psicológico. El 'yo' se describe en procesos más internos, es un concepto más complejo, se hace más amplio y articulado además de enriquecerse. Por ejemplo, descripciones del tipo 'soy muy listo' y 'soy buena en lengua' son más concretas. El autoconcepto deja de estar en manos de los otros y se elabora en función a un juicio propio. Significa utilizar la evidencia (lo que sabes y eres consciente de que puedes y no puedes hacer) y la comparación grupal. Durante este tiempo tiene gran importancia la pertenencia a grupos, que influye mucho en el autoconcepto, para asimilar los diferentes roles. Gracias a esta comprensión de los roles el autoconcepto se hace más diferenciado. Las relaciones sociales favorecen la riqueza del autoconcepto. Dimensión social del rol. El rol crea autocontrol (genera límites) o autoregulación (según soy así me comporto). Esto es posible por la mayor capacidad cognitiva y las interacciones sociales del sujeto.
Autoestima es el 'yo ideal' (lo que queremos ser) VS 'yo real' (lo que somos). Cuanto más lejos y mayor distancia haya entre ambos, nuestra autoestima será más baja. La evolución del autoestima es muy alta entre los 3 y los 7, los niños se perciben muy competentes. De los 7 a los 11 años se produce un aumento en la discrepancia entre el 'yo ideal' y el 'yo real', por lo que consecuentemente disminuye la autoestima. Esta disminución tendrá lugar hasta la adolescencia. Una visión realista de las capacidades y sus limitaciones conlleva un autoestima más ajustada. En la disminución del autoestima también influye la comparación con los grupos de iguales. También al hablar de autoestima se tiene que hacer un breve acercamiento de la Teoría de la mente, a la capacidad de ponerse en el lugar del otro. A los 4 años a los niños no les “importa” cambiar de sexo (decir indistintamente que son chico o chica), pero a partir de los 6 años ya comprenden que el sexo es un rasgo permanente, constante y estable de la personalidad. Hasta los 8 años no se define por los genitales, sino por los estereotipos (diferencias anatómicas). De los 5 a los 9 años los niños son muy sexistas y estereotipados, no toleran las discrepancias, pero a partir de los 9 años se vuelven más flexibles.
El niño puede llegar a sentirse insatisfecho y descontento por la sensación de no ser capaz de hacer cosas, y aún haciéndolas perfectas, puede sentirse inferior psicológicamente, ya sea por su situación económica- social, por su condición 'racial' o debido a una deficiente estimulación escolar, pues es precisamente la institución escolar la que debe velar por el establecimiento del sentimiento de laboriosidad. En este período de escolarización aparecen los compañeros y los grupos de iguales que tienen un papel importante ya que los niños se identifican y comparan con ellos. En los años anteriores a esta etapa se observa una orientación centrípeta de la construcción de la personalidad, es decir, se construye a sí mismo independientemente de la sociedad. Sin embargo, ahora hablamos de orientación centrífuga, construimos la personalidad en función de nuestro entorno, de nuestro medio social. El exceso de laboriosidad significa estar excesivamente ocupado, estar en un contínuo aprendizaje, y el exceso crea inseguridad. Por este motivo hay que crear niños productivos pero no en exceso. Es de gran importancia conseguir el equilibrio entre laboriosidad e inferioridad. Ese equilibrio es lo que denominamos competencia.
Dentro de esta etapa conviene en cuenta los conceptos de autoestima y autoconcepto:
El autoconcepto es el concepto que cada persona tiene sobre sí mismo. Cuando terminan el período escolar, los niños tienen un concepto superficial de ellos mismos. En torno a los 6-8 años se empiezan a describir en términos internos, no físicos exclusivamente, como ocurría anteriormente, sino que describen sus propios deseos y pensamientos. Diferenciamos lo físico de lo psicológico. El 'yo' se describe en procesos más internos, es un concepto más complejo, se hace más amplio y articulado además de enriquecerse. Por ejemplo, descripciones del tipo 'soy muy listo' y 'soy buena en lengua' son más concretas. El autoconcepto deja de estar en manos de los otros y se elabora en función a un juicio propio. Significa utilizar la evidencia (lo que sabes y eres consciente de que puedes y no puedes hacer) y la comparación grupal. Durante este tiempo tiene gran importancia la pertenencia a grupos, que influye mucho en el autoconcepto, para asimilar los diferentes roles. Gracias a esta comprensión de los roles el autoconcepto se hace más diferenciado. Las relaciones sociales favorecen la riqueza del autoconcepto. Dimensión social del rol. El rol crea autocontrol (genera límites) o autoregulación (según soy así me comporto). Esto es posible por la mayor capacidad cognitiva y las interacciones sociales del sujeto.
Autoestima es el 'yo ideal' (lo que queremos ser) VS 'yo real' (lo que somos). Cuanto más lejos y mayor distancia haya entre ambos, nuestra autoestima será más baja. La evolución del autoestima es muy alta entre los 3 y los 7, los niños se perciben muy competentes. De los 7 a los 11 años se produce un aumento en la discrepancia entre el 'yo ideal' y el 'yo real', por lo que consecuentemente disminuye la autoestima. Esta disminución tendrá lugar hasta la adolescencia. Una visión realista de las capacidades y sus limitaciones conlleva un autoestima más ajustada. En la disminución del autoestima también influye la comparación con los grupos de iguales. También al hablar de autoestima se tiene que hacer un breve acercamiento de la Teoría de la mente, a la capacidad de ponerse en el lugar del otro. A los 4 años a los niños no les “importa” cambiar de sexo (decir indistintamente que son chico o chica), pero a partir de los 6 años ya comprenden que el sexo es un rasgo permanente, constante y estable de la personalidad. Hasta los 8 años no se define por los genitales, sino por los estereotipos (diferencias anatómicas). De los 5 a los 9 años los niños son muy sexistas y estereotipados, no toleran las discrepancias, pero a partir de los 9 años se vuelven más flexibles.
- Si la crisis se supera con éxito tendremos niños productivos, adaptado perfectamente al mundo y con una utilidad en la sociedad.
- De lo contrario, si la crisis no se supera, tendremos niños inútiles e inseguros, que se van a sentir inferiores en todo momento.